30 de noviembre de 2011

Historias de Guerreros VII: El combate


Jamás había visto algo igual. Nunca antes un objetivo había sobrevivido a un lanzamiento doble… pero en esta ocasión el durei fue más rápido que mis flechas… Sus ojos se posaron en mí, y entonces el tiempo se sumó a la velocidad de los reflejos del durei.

El faero apareció primero. Sus ojos ciegos e inyectados en ira no se apartaban de su objetivo, con el que se enzarzó en un baile de acero y peligrosos movimientos. Enseguida salí de mi asombro y mis músculos empezaron a reaccionar. Como un gato me deslicé por el terreno y preparé mi siguiente lanzamiento aun por detrás de los árboles. Mi objetivo ya no era el durei de múltiples tatuajes, sino uno de los dos contrincantes a los que se enfrentaba Ulkorn. La flecha le impactó en toda la nuca y se desplomó cual saco de arena. Su compañero pareció no inmutarse de la repentina muerte y siguió atacando sin piedad. No me preocupé por Ulkorn el enano, sabía que acabaría con el durei en cuestión de minutos.

Mi vista busco a Alkar. No le vi por ninguna parte. Me preocupé ya que el durei que había sido mi primera presa, el que parecía el jefe tampoco se encontraba por ahí. De repente a mi derecha cayó el tronco de un árbol escandalosamente sobre otros árboles.

El grito de guerra de un durei es algo que una vez lo escuchas es difícil olvidar… básicamente porque visita tus pesadillas con una regularidad que roza la pesadez.  En mi caso ya lo había oído en otras ocasiones, pero siempre lograba ponerme los pelos de punta. Alkarn apareció saltando el tronco tumbado y seguidamente detrás de él y con un saltó más ágil de lo que a primera vista parece, el durei jefe. Tenía en sus manos una espada con el filo desgastado y quebrado… vaticinando que el afortunado que rozara con él tendría una muerte dolorosa, o al menos unas heridas difíciles de desinfectar.

El durei alzó la espada. Alkarn se giró y encaró el golpe, pero su adversario lo superaba en fuerza y cayó al suelo de espaldas. Me escondí tras un árbol y tensé el arco. Cuatro flechas, una tras otra impactaron en piernas y torso del durei, quien se alzaba imponente ante mi compañero him. Paciente, esperé a que el durei apartara su atención de donde me encontraba escondido. Alkar aprovechó ese momento de distracción para asestar un corte a la pierna de su oponente, quien chilló de dolor y se agachó a agarrarse el gemelo recién herido.

¡Ahora!” pensé. Rápido como el viento cambié de posición. El durei sólo vio una sombra sin importancia para él, quien en ese momento tenía el cien por cien de su atención en el him tumbado a sus pies. Volvió a levantar su espada, preparándose para dar el golpe de gracia que terminaría con mi amigo y compañero…

6 de noviembre de 2011

Historias de Guerreros VI: Campamento Durei.

Cuatro  durei en total. Distraídos, aburridos. Uno habla y los demás escuchan. ¿Será el jefe? No creo. Parecen exploradores, espías del clan. Tienen comida como para saciar a toda una aldea… ¿Y los trasgos? No llevan los mismos ropajes que los trasgos de hace tres días… quizá no son los durei que buscábamos… aunque siguen siendo una amenaza para Himmel. Es posible que el trasgo nos mintiera.


Bajo del árbol y me dirijo a mis compañeros. La tensión es palpable. El faero no deja de mirar hacia el campamento improvisado de los durei. Ulkorn acaricia su hacha de dos filos en silencio y Alkar tamborilea sus dedos contra el mango de su espada a dos manos.

— Son cuatro, pero dudo que sean los que mandaron a los trasgos el otro día.

— ¿Cómo sabes eso?— me pregunta el faero.

— Los trasgos que están bajo las órdenes de unos durei visten los mismos colores y ropajes que sus amos. Los trasgos que nos atacaron y estos durei no visten igual. Creo que son espías, pero nada más.

— Son durei igualmente—interrumpe Ulkorn—. Enemigos. Tenemos órdenes de HImmel de acabar con cualquier durei que encontremos a nuestro paso.

— ¿En ese caso a que esperamos? Acabemos con ellos de una vez.

— Eres valiente, faero, pero ten en cuenta que ellos no son como los trasgos. Son guerreros entrenados y con sangre fría. No permitas que la sed de venganza te ciegue.

La voz de Alkar no sólo se dirige al faero. Todos estamos impacientes. Hace tres días que pensamos en este enfrentamiento, y ahora que está cerca no podemos controlar la adrenalina.

— Organicémonos. Yo puedo derribar a uno a distancia con un par de flechas. Mi puntería no fallará.

— No dudamos de ello— me asegura Alkar—. Bien. Cuando de la señal, dispara al que parezca más fuerte. En el mismo momento que las flechas impacten en él, nosotros saldremos desde diferentes posiciones hacia ellos. El factor sorpresa está a nuestro favor, así que aprovechémoslo.

Cada uno se dirige a un punto, haciendo el menor ruido posible. Me escondo detrás de un árbol. Tenso mi arco y apunto. Mi presa es un durei alto y musculoso. Sus brazos son los más tatuados, lo que signifa que ha tenido más victorias que sus compañeros. Cierro un ojo y centro mi vista en la cabeza. Los durei son duros pero si sabes dónde apuntar…

Alkar me hace la señal y libero las flechas.