El día termina. El bosque cercano a la capital Himmel se
prepara para una noche oscura y fría. Entre los árboles, ardillas, topos y
pájaros escuchan que algo se acerca. El viento golpea las ramas desnudas de los
árboles dormidos, y de repente, un carro oscuro como la noche que cae,
atraviesa el camino dirección a Himmel.
Dentro del carruaje, tirado por dos corceles oscuros, está
el investigador Logan. Su mirada se centra en la carta que días atrás llegó a
su oficina. El remitente tenía el sello de la guardia de Himmel. El jefe de la
guardia, un profesional en defender el orden dentro de las murallas, le pedía
ayuda en un suceso extraño. Un caso peliagudo que precisaba del ingenio del
investigador, como en otras tantas ocasiones.
El carruaje se detiene tras atravesar el porton que lleva al
barrio de los mercaderes. El investigador pasaría esta noche en el Hotel Gerrs.
Al amanecer del día siguiente, el investigador se dirige a
los barrios bajos en su carruaje para ver el escenario del crimen. El chófer
detiene el carro en una calle paralela por petición del investigador. “No es bueno llamar la atención” piensa
Logan.
Baja y pide al chófer que aguarde unos momentos. Se dirige a
un callejón oscuro y húmedo y cruza a la otra calle. Aparece frente al número 7
de la calle Umbría. Un mendigo está tirado en la acera, medio muerto por el
frío, pero cuando el investigador se acerca al portal, este se levanta de un
salto y se dirige hacia él.
– ¿Quién eres tú? ¿Qué haces aquí? – pregunta el mendigo.
– Soy el investigador Logan, y por lo que veo tú no eres un
simple mendigo. El jefe de la guardia ha recurrido a mis servicios para este
caso.
– Está bien. Daré parte al jefe del caso.
Tras la conversación, el guardia disfrazado de mendigo le
abre la puerta del portal y el investigador entra en el inmueble.
El olor a putrefacción es repugnante, y la escena que
observa Logan es menos agradable todavía. Un hombre sentado en una silla en el
centro de la habitación le espera observándole con ojos mirando a la nada desde
el interior de su propio vientre vaciado. Las tripas le cuelgan hasta el suelo,
encharcado con una sangre oscura y ya seca. Las manos del individuo han
desaparecido tras un corte sucio, casi parece que se las hallan arrancado
retorciéndolas. Tras el cuerpo mutilado se halla en la pared el símbolo del
hacha de Demon pintado con sangre.
Tras observar el macabro escenario y tomar algunos apuntes
rápidos, el investigador ordena quemar la escena y el cuerpo para eliminar toda
posible prueba. Nadie debería ver lo que sus ojos han contemplado.
Además, el jefe de la guardia le pidió expresamente que no
corriera la voz. Si la gente de Himmel llegara a saber que Demon ha vuelto, y
anda suelto por las calles de la ciudad, cundiría el pánico y la investigación
se vería seriamente afectada.
Logan se aleja en dirección
a su carruaje. El edificio arde en llamas mientras el sol se alza sobre los
edificios en un nuevo día, y las gentes de Himmel empiezan a despertar.
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